Citius, Altius, Fortius: Historia de los Juegos Olímpicos

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El próximo 5 de agosto se celebrará en Río de Janeiro la ceremonia de inauguración de los XXXI Juegos Olímpicos de Verano en donde participarán 206 países en 42 deportes distintos. Los números de este evento deportivo son estratosféricos: Brasil va a invertir cerca de 12.000 millones de dólares en los Juegos, en los que participaran más de 10.500 atletas que serán animados por una audiencia estimada en 5.000 millones de personas.

Te sugerimos leer este artículo con este motivador tema que Gloria Estefan compuso hace veinte años para los Juegos Olímpicos de Atlanta. Entre los atletas que aparecen en el vídeo está el medallista español Fermín Cacho.

Parece mentira que el germen de todo esto se produjera hace casi 2.800 años en la pequeña ciudad griega de Olimpia, a unos trescientos kilómetros al oeste de Atenas. Allí, en el año 776 AC se celebraron los primeros Juegos en honor a Zeus, los cuales, al igual que ahora, se repetían cada cuatro años.

Meses antes de iniciarse los Juegos se enviaban mensajeros hacia todas las ciudades griegas para anunciar el evento. Para permitir que los atletas y visitantes pudieran viajar a Olimpia, además de para mantener el carácter sagrado de los mismos, se declaraba una tregua entre las ciudades que estuvieran en guerra.

Los Juegos duraban cinco días y en ellos sólo podían participar, hasta la invasión romana, hombres libres griegos que competían totalmente desnudos. Las pruebas en las que competían los atletas consistían en carreras de distintas distancias, salto de longitud, lucha, boxeo, carreras de carros, pentatlón y lanzamiento de jabalina y disco. El premio para los vencedores era una corona, en principio de olivo y más tarde de laurel, que confería al ganador grandes honores y un alto status social. Las mujeres tenían prohibido tanto competir como asistir como espectadoras bajo pena de muerte.

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Luchadores griegos en los antiguos Juegos Olímpicos esculpidos en mármol.

Los Juegos se hicieron tan populares que el mismísimo emperador Nerón en el año 66 DC decidió participar en la carrera de cuadrigas. Como no podía ser de otra forma en este personaje, utilizó todo tipo de trampas para ganar y a su vuelta a Roma organizó una entrada triunfal a la altura de su extravagancia.

Pero por desgracia en el año 393 DC el emperador Teodosio el Grande, entre otras muchas medidas contra el paganismo, prohibió los Juegos al ser su celebración en honor a Zeus, contrario a la doctrina cristiana recién abrazada por el imperio. Durante más de 14 siglos los Juegos pasaron al olvido hasta que con la guerra de independencia entre Grecia y el Imperio Otomano los griegos reivindicaron su cultura y los rescataron. Fue un filántropo griego llamado Evangelos Zappas quien patrocinó los Juegos celebrados en Atenas en los años 1870 y 1875 en los que solo participaron atletas griegos y que sirvieron de inspiración para el barón de origen francés Pierre de Coubertin.

Los Juegos Olímpicos de la Era Moderna

Coubertain tuvo la idea de internacionalizar los Juegos, para lo que fundó en 1894 el Comité Olímpico Internacional (COI) integrado entonces por 12 países. En 1896 se celebraron en Atenas los primeros Juegos de la Era Moderna en los que participaron 241 atletas, todos ellos hombres, en un total de nueve?deportes.

Juegos Olimpicos AtenasImagen de los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna en un Estadio Olímpico de Atenas restaurado para la ocasión.

Desde entonces se han celebrado cada cuatro años (excepto en los años 1916, 1940 y 1944 debido a las Guerras Mundiales), siendo los Juegos de Río de Janeiro 2016 la Trigésimo Primera edición de los Juegos de Verano. En 1924 se empezaron a celebrar también los Juegos Olímpicos de Invierno y a partir de 1960 los Juegos Paralímpicos.

Las mujeres pudieron participar en los Juegos de París de 1900, pese a la oposición de Pierre de Coubertain, que no les permitió competir en todos los deportes. En 1921 varias atletas decidieron celebrar en Montecarlo los primeros Juegos Olímpicos Femeninos, que se repitieron en 1922 y 1926. Finalmente en los Juegos de Amsterdam de 1928 las mujeres participaron con pleno derecho.

Los símbolos de los Juegos se fueron integrando poco a poco en las primeras ediciones. Los primeros que se incluyeron fueron el lema, que eligió el propio Barón de Coubertain, Citius, Altius, Fortius (más rápido, más alto, más fuerte) y el himno compuesto por Spyridon Samaras. Otros como la bandera Olímpica con los cinco anillos, que representan a los cinco continentes, se incluyó en 1914 y el más conocido, la llama Olímpica, se utilizó por primera vez en los Juegos de Ámsterdam en 1928. La primera mascota Olímpica fue una paloma de la paz en los Juegos de Mexico 68.

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Los anillos olímpicos protagonizaron este espectacular momento de la Ceremonia de Inauguración de los pasados Juegos Olímpicos de Londres.

Por desgracia, la tradición de la tregua que durante la antigüedad se imponía durante la celebración de los Juegos no se trasladó a la época actual. Los Juegos han sufrido de cerca la violencia en las ediciones de Múnich 72, cuando la organización terrorista palestina Septiembre Negro masacró a 11 atletas israelíes en la Villa Olímpica, y en la edición de Atlanta 96 cuando una bomba colocada por un ultraderechista estadounidense mató a una persona.

También han sido utilizados con fines políticos, impidiendo a muchos atletas cumplir su sueño de participar como pasó con los boicots que se hicieron los estadounidenses y los soviéticos respectivamente en los Juegos de Moscú 80 y Los Ángeles 84, o el boicot de Corea del Norte, Cuba, Nicaragua y Albania a Seúl 88.

Los Atletas y el Espíritu Olímpico

En cuanto a la parte fundamental de los Juegos, los atletas, el más laureado hasta la fecha es el nadador estadounidense Michael Phelps, que participará en sus quintos Juegos en Río 2016, pudiendo aumentar las 22 medallas que ya tiene (18 de oro, 2 de plata y 2 de bronce). La segunda en este ránking es la gimnasta rusa Larisa Latynina con 18 medallas (9 de oro, 5 de plata y 4 de bronce) y el tercero el atleta finlandés Paavo Nurmi con 12 medallas (9 de oro y 3 de plata).

Phelps-SpitzMichael Phelps (izq.) posa con las ocho medallas conseguidas en Pekín 2008 emulando a Mark Spitz (dcha.) con las siete medallas conseguidas 36 años antes en Munich.

Pero hay otros atletas que también han dejado huella con sus brillantes participaciones en las Olimpiadas como el mítico Jesse Owens en Berlín en 1936, donde consiguió cuatro medallas de oro en una gran demostración ante la Alemania nazi; el nadador Mark Spitz, que ganó siete medallas de oro en Munich 72; la gimnasta Nadia Comaneci que fue la primera en conseguir un ejercicio perfecto ¡¡¡puntuado con un 10!!! Y muchos más como Carl Lewis, Emil Zatopek, Bob Beamon, Greg Louganis, o el mismísimo Tarzán, Johnny Weissmüller, que ganó cinco medallas de oro en natación antes interpretar en el cine al rey de selva en los años treinta del pasado siglo.

La perfección existe. Un ejemplo es este ejercicio de la rumana Nadia Comaneci con el que consiguió la primera máxima puntuación de la historia en Montreal 76. Así recordó este momento en su visita a El Hormiguero.

Otros, sin embargo, han tenido participaciones bochornosas como el canadiense Ben Jonson en Seúl 88 donde después de ganar la carrera de 100 metros lisos batiendo el record del mundo y al favorito Carl Lewis, en una de las finales más esperadas de la historia, fue descalificado por dopaje.

Otras participaciones han sido anecdóticas como la del guineano Eric Moussambani en Sidney 2000, que compitió gracias a una invitación del COI a deportistas de países de desarrollo y tardó 1 minuto y 53 segundos en nadar 100 metros (más del doble de lo que tarda cualquier nadador en esta disciplina). En su favor hay que decir que aprendió a nadar sólo ocho meses antes en la piscina de un hotel.

Pero de entre las muchas historias que hay de atletas en los Juegos hay algunas que son un ejemplo de superación y que representan el llamado Espíritu Olímpico. Una de estas historias se produjo durante la maratón femenina de Los Angeles 84, cuando la atleta suiza Gabriela Andersen entró en el estadio olímpico totalmente deshidratada y con fuertes calambres en las piernas, pero rehusando la ayuda que le ofrecían los médicos para no ser descalificada. Gabriela tardó más de 5 minutos, dramáticos, en recorrer los últimos 400 metros, mientras el público puesto en pie la animaba.

Otra historia que explica lo que supone a un atleta participar en unos Juegos Olímpicos es la de Derek Redmond durante una de las semifinales de 400 metros lisos en Barcelona 92. Derek era uno de los favoritos para ganar la medalla de oro, pero en aquella semifinal, unos metros después de la salida, se lesionó en el Talón de Aquiles de su pierna derecha. Pese al dolor continuó cojeando hacia la meta para terminar la prueba para la que tanto tiempo se llevaba preparando. Su padre al verle saltó a la pista y cogiéndole de un brazo ayudó a su hijo a terminar la carrera que había empezado. Juntos recorrieron entre los aplausos del público los últimos metros hasta la meta.

Esa capacidad de ilusión, esfuerzo y superación que demostraron Gabriela y Derek y que hizo que no se rindieran es la esencia de los Juegos Olímpicos.


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