España es uno de los países donde más cómics se publican y menos se leen. Alfonso Azpiri (Madrid, 1947) ha culpado en alguna ocasión de esta caída de ventas a editores y críticos por decir que el cómic es un arte, lo que lo ha sacado de los kioskos y lo ha metido en las librerías especializadas. Pero ¿cómo no considerar arte las viñetas, páginas, portadas y libros de, por ejemplo, la sensual Lorna y del irreverente Mot? Hablamos con el padre de ambos, así como de otros muchos personajes que pueblan no sólo las páginas de los álbumes sino también los recuerdos de todos aquellos que hemos tenido la suerte de disfrutar de su lectura, sobre los aciertos y sus tropiezos de sus más de cuarenta años sin parar de dibujar.
Alfonso, vienes de una familia de músicos, tienes la carrera de piano y llegaste a tocar con el grupo Doble Sonido. Parecía que tu destino iba a estar unido a la música, pero tú en cambio siempre tuviste claro que lo que realmente te gustaba era dibujar historietas.
Sí, yo creo que eso le pasa a todo el mundo. Cuando somos niños, todos dibujamos, unos mejor y otros peor. Entonces yo dibujaba bien. Cuando estaba haciendo Bachiller en el Ramiro de Maeztu, íbamos a los exámenes de dibujo en grupo y yo me hacía el dibujo de todos en una hora y además con estilos diferentes para que no se notaran que fueran copias. Me pasaban las hojas por detrás, hacía todos los exámenes y aprobábamos todos. O sea, que sí se me daba bien el dibujo. Pero no me había planteado yo ser dibujante en ningún momento en aquella época.
Luego empecé a tocar en el grupo. Trabajaba en Florida Park y en Pavilion y nos acostábamos muy tarde. Mis compañeros se levantaban a las 2 de la tarde porque nos acostábamos a las 4 o las 5 de la mañana. Yo me levantaba antes y me ponía a dibujar, que era lo que me gustaba, e hice unas historietas que tengo en un baúl y que nadie va a ver nunca porque era de cuando yo empezaba y ni siquiera era profesional, yo no pensaba ser dibujante de comics en mi vida.
La primera vez que viste publicados tus trabajos fue en la revista Trinca.
Sí, de pronto nace la revista Trinca aquí en Madrid y yo no sé por qué me dio por coger mis dibujos e irme a verles. Y tampoco sé por qué me aceptaron, porque yo en aquella época era muy malo. Estaba empezando y no tenía ni idea de nada. Así empecé a trabajar en la revista Trinca y lo compaginaba con el trabajo de músico.
Azpiri firma un ejemplar antiguo de la revista Trinca en la pasada edición de RetroMadrid Days. Puedes ver todas las fotos de la entrevista en nuestra página de Facebook.
Entonces me salió un contrato con el grupo para Sudáfrica. Estaba casado y ya tenía una hija. Y ahí sí que me planteé ya qué era lo que hacía: si me iba a Sudáfrica o seguía en la revista Trinca. O la música o el dibujo. Yo en la revista Trinca publicaba poco, ganaba muy poco, pero yo quería ser ya dibujante. Total, que me quedé en la revista Trinca, dejé de lado la música, dejé el grupo, dejé todo, y me dediqué a publicar en la revista. Pero hete aquí que, como pasa siempre, la revista Trinca se va a pique, la cierran y me encuentro con el culo al aire.
Tras el cierre de Trinca, empezaste a trabajar para revistas eróticas italianas.
Me ofrecieron un trabajo para Italia, que eran 240 páginas al mes, a destajo y sin esa práctica que pueda tener yo ahora para trabajar. Acepté y estuve seis años trabajando con ellos desde aquí. Era una editorial de revistas eróticas que la llevaban los curas. Ahí estaban Manara y otros dibujantes muy buenos.
Me sorprende que ese material lo llevaran curas.
Sí, tiene mucha gracia porque además venían a recoger el material al aeropuerto. Nosotros quedábamos con ellos para entregarles los originales de los dibujos y ellos, aparte del dinero que nos tenían que pagar, nos traían revistas porno para que copiáramos cosas, porque como aquí todavía no había apertura pues se creían que no sabíamos nada de nada.
Yo vi que con aquello ganaba mucho dinero pero que era un material que a mí no me producía gran satisfacción, profesionalmente hablando. Entonces en los ratos libres que sacaba me hice un álbum de 44 páginas, que se llama Zephyd. Y cuando lo publiqué, empecé ya a cobrar unos royalties y a funcionar de otra manera.
¿Era en aquella época cuando os reuníais los viernes en Atocha todos los escritores de ciencia-ficción?
Claro, yo leía mucha ciencia-ficción. Siempre me ha gustado la ciencia-ficción y había un escritor que me encantaba que se llamaba Carlos Buiza, con el que hice luego varias obras después como el Apólogo del Niño Marciano y Ad Maiorem Gloriam. Y como siempre he sido muy decidido para todo, pues me fui a su casa a verle. Y justo el día que fui, tenían allí una reunión todos los escritores. Estaban Luis Gasca, Jose Luis Garci, Carlos Saiz Cidoncha, Luis Vigil,… Era una reunión informal pero en la que había gente muy interesante, los intelectuales de la época en el mundo de la ciencia ficción. Total, que les gustó mucho mi trabajo y me invitaron todos los viernes. Con lo cual todos los viernes me iba allí a enriquecerme con toda aquella gente.
![]() |
![]() |
Páginas de los cómics Zephyd (izq) y Apólogo del Niño Marciano (dcha).
¿Cómo eran aquellas reuniones?
Se hablaba de todo, de novelas y películas de ciencia-ficción. Hacían un fanzine que se llamaba Cuenta Atrás y era muy enriquecedor. Me hice muy amigo de todos y estuve yendo mientras duró aquello, un montón de años en los que nos reuníamos todos los viernes en Atocha 12, que era la casa de Carlos Buiza.
Fruto de esas experiencias, en 1979 nace en las páginas de Mastia tu personaje femenino más conocido, Lorna, con su mezcla de erotismo, aventuras, humor y ciencia-ficción, que va ya su por su duodécimo libro. ¿Cómo ha evolucionado el personaje a lo largo de esos libros?
Ha evolucionado muchísimo. Cuando yo empiezo con Lorna, dejo el trabajo de Italia porque yo quiero hacer otras cosas también. Entonces me llaman de la revista Mastia, una de las revistas eróticas de apertura, y me encargan cuatro páginas a color de una historieta que yo podía hacer del tema que yo quisiera. Yo elegí lo que más me gustaba, que eran la ciencia-ficción y el erotismo porque lo tenía muy reciente. Y entonces nació Lorna como una cosa de encargo. Hice dos álbumes, ochenta y tantas páginas en blanco y negro que luego coloreaban con fotomecánica. Yo no daba color entonces, no tenía práctica de color.
![]() |
![]() |
Lorna y su robot.
Aquello funcionó, los dos primeros álbumes se vendieron bien, sobre todo en el extranjero. Pero como era tan inquieto, dejé Lorna. Quería hacer historias de ciencia-ficción. Entonces me fui a ver a Toutain Editor, a la revista 1984 y ahí me contrataron para hacer la serie compuesta por Pesadillas, Otros Sueños y Despertares.
El 1988, El País comienza a publicar las historias de Mot en su suplemento Pequeño País ¿de dónde surgió la idea de crear un monstruo?
Mientras trabajaba con Toutain, me llamaron para hacer una cosa para niños en El País. Yo no quería hacer cosas para niños, no me veía haciendo aquello con todo lo que hacía de erotismo. Ya había hecho alguna portada de juegos de ordenador y uno de los recopilatorios de juegos de Dinamic se llamaba Pack Monstruo y allí estaba Mot. Yo había dibujado un monstruo de verdad, un monstruo horrible, enjaulado, rompiendo la jaula, ése es el origen de Mot.
![]() |
![]() |
El Mot primigenio en el Pack Monstruo de Dinamic (1987).
Pero yo no podía hacer cuatro páginas todas las semanas, necesitaba un guionista. Pedí un guionista, me ofrecieron varios. Había quien me venía con un guión de un monstruo tonto que come piedras, pero a mí eso no me interesaba. Hasta que di con Nacho, que es el que cogió la idea perfecta del personaje que yo quería, y Mot salió adelante.
Las aventuras de Mot fueron un auténtico éxito: del primer álbum llegaron a venderse 150.000 ejemplares.
Mot tuvo un éxito brutal en Pequeño País, hicimos seis álbumes. Como siempre, me cansé y retomé Lorna, después de cuatro o cinco años sin tocarla, para Mouse Club, que eran historias cortas pero ya a color porque yo ya desde la revista 1984 trabajaba con color.
![]() |
![]() |
Así se fue Mot de vacaciones después de su primera aventura en El Pequeño País (izq) y fue requerida su presencia para incorporarse a la segunda (dcha) en agosto de 1988.
¿Por qué no continuó Mot y Lorna, sí?
Bueno, Lorna es mío y Mot estaba para salir en El País y dejó de publicarse en El País, no porque ellos no estuvieran interesados sino porque nosotros no quisimos. En un momento dado, vimos algunos problemas en El País. Nosotros habíamos incluso hablado con Polanco para firmar los contratos de Mot, pero cambiaron la dirección y el director nuevo decía que Mot era muy gordo y había que adelgazarlo y cosas así, absurdas, que nosotros no veíamos por ningún lado.
Aunque es difícil de conseguir hoy en día, Mot llegó a tener su propia serie de dibujos animados de 26 capítulos.
Sí, vimos la posibilidad de hacer Mot en dibujos animados. En España había mucho interés en hacerla, muchas empresas querían hacerlo, y así se lo hicimos ver a la cúpula de El País Y Canal Plus y les pareció fabuloso. Pero El País es un dinosaurio enorme, le pisas la cola y hasta que llega la señal al cerebro resulta que han pasado seis meses. Y no había manera. Así que llegó un momento que nos cansamos.
Mandamos una carta rompiendo el contrato con El País que hicieron sonar las alarmas por allí porque, claro ¡¿cómo unos simples mortales se atrevían a decir a Polanco que rompían el contrato, que no estábamos interesados?! Y a la semana de romper el contrato con ellos salió la venta de Mot en dibujos animados al Estudio Canal Plus ¡Francia! O sea, lo mismo, pero en Francia. Y luego lo compraron ellos para emitirlo aquí. No tenía sentido. Es que España no tiene sentido en mucha cosas, todo se pierde, se diluye. En vez de hacer las cosas aquí y venderlas fuera, las hacen fuera y luego las compran aquí, cuando las han tenido en la mano.
Los intentos de llevar a Lorna a la pantalla, en cambio, no han salido adelante ¿qué es lo que ha pasado?
Lorna es más complicado. Lorna es un material para adultos, entonces tiene ese problema añadido a la animación. Ha habido, que yo sepa, dos intentos de animación. El primero fue un intento muy antiguo en el que hicieron un piloto de Lorna con animación tradicional.
Luego Balieri Studios estaba interesado e hizo una maravilla. Está colgado en internet el teaser del principio, que me parece una maravilla, sobre todo la parte final que es ya cuando sale en 3D, como iba a estar en la serie.
También hay una secuencia de animación del movimiento de Lorna que yo cuando la vi me quedé acojonado. Eso está ahí todavía, no ha muerto, pero nos empezó a pillar toda la crisis por medio y el teaser de Lorna quedó ahí.
La otra opción, la de llevar a Lorna a la gran pantalla con actores reales ¿la ves más factible?
El proyecto de hacer Lorna con personajes reales también ha fallado porque es un proyecto de mucho dinero. Se hizo un crowdfunding para intentar hacer un mediometraje pero no pudo ser. De todas maneras, está ahí pendiente. Yo tengo mis reuniones con algunos productores, y si se hace me gustaría que lo hiciera Álex de la Iglesia porque le iría al pelo.
¿Y el videojuego?
Lo del juego de ordenador tampoco está muerto. Incluso yo hablé el otro día con Víctor Ruiz y le dije ¡macho, hazte una Lorna en 3D, que vas a ver cómo se apunta la gente! Quedamos en mandarle lo que tengo de Lorna en animación para que lo vea, a ver qué se puede sacar de ahí.
A pesar de las desavenencias con Mot, volviste a El País para hacer El Bosque de Lump.
Sí, aceptaron que volviera a trabajar en El País y volví para hacer un comic para niños, El Bosque de Lump, que fue también una serie larga hasta que me cansé y me dediqué a otra cosa.
![]() |
![]() |
El Bosque de Lump, el trabajo de Azpiri para el público más infantil.
Después de hacer cómic para público adulto, juvenil e infantil ¿con cuál te sientes más satisfecho?
Más aceptación del público ha tenido Mot. Tuvo un éxito brutal porque El País era un medio muy importante. Igual nos escribían cartas chavales de 12 años que abuelos de 80 que estaban encantados con la historia. Pero satisfacciones me las han dado todos. Todo me da esa satisfacción de un trabajo que creo que está bien hecho.
¿Algún consejo para nuestros lectores dibujantes que están empezando ahora?
El consejo que le doy a mi hija, que también es dibujante, es que nunca jamás hay que quitarse un trabajo de encima. Si te pagan bien, hazlo bien, pero si te pagan mal, no lo hagas mal. Hazlo bien para seguir teniendo un peso. Así creo que ha funcionado la cosa conmigo, y por eso seguimos ahí, trabajando y con muchas ideas y proyectos. Lo que pasa es que ahora mismo no están los momentos ni para ideas ni para proyectos, ahora todo es sin pagar ni nada. Y claro, por amor al arte yo no puedo trabajar porque cuando llego a casa mi mujer me dice que está hasta las narices del amor al arte.

Azpiri, en un momento de la entrevista. Recuerda que puedes ver todas las fotos en nuestra página de Facebook.
Llevas ya tres libros publicados de la colección Horreibols and Terrifics Books (Drácula, Frankenstein y El Fantasma de Canterville) con Forges ¿cómo surgió la idea?
Eso fue un experimento. Forges y yo somos muy amigos. Trabajé mucho con él haciendo Historia de Aquí. Él dibujaba una nariz, y yo dibujaba el resto y coloreaba todo aquello. Cuando yo estoy trabajando en Planeta, en todos los libros había una introducción. Por ejemplo, en Lorna era de Alex de la Iglesia; en Mot, era de Luis Alberto de Cuenca. Y cuando sacamos el libro de El Bosque de Lump, fui a proponerle a Forges que me hiciera la introducción para el libro (que me dijo que sí, claro), pero fue muy cutre porque no metieron la introducción en el libro, lo hicieron como en una hoja aparte que se regalaba con El Bosque de Lund ¡un desastre!
Hablando en Barcelona con el director, me sugirió que si éramos tan amigos, podíamos hacer algo juntos. Aquello me dejó un poquito con el gusanillo puesto ¿qué podría hacer yo con Forges con estilos tan dispares? ¿Ciencia-ficción? ¡Nada! ¿Erotismo? ¡Ya ves tú, nos morimos los dos! Hasta que caí ¿cómo dibujaría Forges un Drácula? Y eso me interesó. Entonces le comenté la idea de Drácula y dijo ¡coño, me gusta, lo hacemos! Y empezamos a trabajar en Drácula y a buscar editor. Con Forges era más fácil buscar editor.
![]() |
![]() |
Dos páginas de la versión de Drácula que hicieron Azpiri y Forges.
Sin embargo, el experimento no salió del todo bien ¿qué es lo que pasó?
Sí, por culpa de la editorial. Estuvimos hablando con Planeta pero las condiciones con ellos en plena crisis eran desastrosas. Así que hablamos con Ediciones B y nos ofrecieron un contrato bueno, interesante, y firmamos para tres libros. Pero tiraron 20.000 ejemplares del primer libro, Drácula, y fue un desastre porque tenía un pliego quemado. ¿Cómo se pueden tirar 20.000 ejemplares con un pliego quemado? Luego la encuadernación también estaba muy mal, era negra pero se abría y se quedaba blanca. Un desastre.
Hacen una publicidad brutal, nos llevan a la radio, a las televisiones, Barcelona, Madrid, abrimos el telediario… Pero salimos un día a las 5 de la tarde de hacer la entrevista en Radio Nacional y vamos a Espasa-Calpe y nos dicen que los libros no habían llegado, que había ido gente preguntando pero que no los tenían. Los tuvieron una semana después, con lo cual toda la campaña de publicidad a la mierda.
La distribución, también fatal, no se veían por ningún lado. Todavía me viene gente preguntando cuándo saco el segundo ¡si hemos sacado tres hace ya tres años! O sea, que no los ha visto nadie. Del segundo tiraron algo menos y ya del tercero, menos aún. Un desastre, Forges y yo con un cabreo de cojones. Era un esfuerzo muy fuerte que no mereció la pena y cortamos.
¿No se van publicar entonces todos los que estaban previstos?
Habíamos previsto por lo menos doce títulos. El próximo que quería hacer yo era El Doctor Jekyll y Míster Hide, que era cojonudo porque se tomaba la poción y se transformaba en un muñeco de Forges. Queríamos hacer también el Inspector de Hacienda como clásico del terror. Y nos quedó la momia, el hombre lobo, títulos muy fuertes.
¿Cómo conseguíais que encajaran tan bien dos estilos tan distintos?
Yo hacía el story-board a lápiz y se lo daba a Forges. Donde yo le colocaba los muñequitos, Forges dibujaba lo que quería y ponía los textos que quería. Pero me lo daba aparte, y eso había que cargarlo y montarlo en la página final que yo había hecho. Era un trabajo de mucho cuidado. Fue un trabajo muy divertido, los libros me encantan. Cuando los saquemos en un integral con un formato más grande yo creo que van a funcionar muy bien.
¿Será eso lo próximo que veamos de Azpiri o nos preparas alguna otra sorpresa?
Lo próximo que tenemos de Azpiri ya inmediato es el segundo integral de Lorna, con 35 páginas que se publicaron en Penthouse Comics en Estados Unidos. Incluye un personaje que se llamaba Bethlehem Steele, que hacía yo también. Van a salir cuatro integrales de Lorna en total.
Y yo tengo un proyecto para el año que viene de hacer un libro de cine, con todas las colaboraciones que he trabajado en películas. Tengo tanto material que recopilarlo me va a costar: story-boards, creación de personajes, ambientes, dibujos, carteles de películas y de festivales, como el del Festival del Cine Fantástico y de terror de Estepona.
![]() |
![]() |
Dos ejemplos de colaboraciones de Azpiri en películas: la portada del corto DVD (2006) y el cartel de Rojo Sangre (2004) con Paul Naschy.
Y luego con Dibbuks quiero publicar una historia que son 44 páginas que hice para la revista Maxim, una historia erótica muy divertida de una modelo que es como Alicia, entra en un mundo fantástico en el que hay muchos personajes.
Y aparte de eso, últimamente que he tenido un poquito más de tiempo, he hecho unas ilustraciones de los clásicos: Nosferatu, Necrópolis y están funcionando: llevo 17 y no tengo ninguna ¡me vuelan! Otra cosa que tengo que hacer es empezar a vender originales de Mot porque no me caben en mi casa ya. Todavía tengo material para rato.

Con Azpiri en la pasada edición de la Feria del Libro. Encontrarás más fotos en nuestra página de Facebook.
Es muy cierto que hasta hace unos años se podían encontrar en los quioskos comics tirados de precio que eran auténticas obras de arte pero la gente no lo valoraba porque el comic era un género denostado.
Ahora sucede todo lo contrario. para comprar un comic tienes que irte a una tienda especializada y pagar una pasta porque se consideran obras de arte, les falta venir con unas pinzas para pasar las páginas sin tocar el papel.