Las cifras de la primera temporada de Priscilla, Reina del Desierto producen vértigo: 292 funciones, 290.000 espectadores, 500 trajes, 250 máscaras de maquillaje hechas a medida para los actores, 200 pelucas, 150 pares de zapatos, 40 artistas y 4 Premios del Teatro Musical, incluido el de Mejor Musical. Priscilla ha vuelto al Nuevo Teatro Alcalá para seguir batiendo récords en su segunda temporada y nosotros hemos vuelto también para hablar con otro de sus protagonistas, Christian Escuredo (Barco de Valdeorras, Orense). En la conversación que mantuvimos nos sorprendió su preparación y madurez -que nada tiene que ver con Felicia, la drag queen a la que da vida sobre el escenario- de la que hace gala cuando habla de sus orígenes, de su trayectoria y de su profesión: la creación artesanal de personajes.
En primer lugar, enhorabuena por ese premio al Mejor Actor Revelación en la última edición de los Premios del Teatro Musical. Aunque lo de actor revelación se referirá a como protagonista, porque a pesar de ser tan joven tú tienes mucha experiencia a tus espaldas ¿no? ¿La repasamos?
¡Venga!
¿Eras de esos niños que tenían claro que de mayor querían ser actores?
Sí, yo quería ser artista o profesor. De hecho, hice Magisterio musical y luego Interpretación Textual en la Escuela Superior de Arte Dramático de Galicia. Al terminar vinculé ambas carreras con un postgrado en Pedagogía Teatral.
Sin embargo, tu primera experiencia en el mundo del espectáculo fue como cantante, con los dos discos en solitario «Inesperadamente» (2004) y «Cautivo» (2009) ¿En qué punto está tu carrera como cantante solista?
Está en stand by, en estos momentos estoy muy centrado en mi carrera como actor. Aunque me apetece retomarlo, es verdad que como solista no he encontrado todavía el momento de poder recapitular un poco o de lanzarme a hacer algo nuevo. Creo que ahora estoy muy cómodo cantando con un personaje, y disfruto más cuando hay algo que contar, más que cantar (aunque sea cantando).
Christian interpreta su tema Cautivo en el programa de la TVG Acompáñenos.
¿Cómo recuerdas aquella primera etapa de tu carrera?
Muy inexperto. Gané un concurso de televisión de jóvenes talentos, un programa que aunque era autonómico tuvo mucha repercusión. La Televisión de Galicia se ve en muchos países. De hecho, en Argentina se me conocía e hicimos gira con los dos discos allí. Lo recuerdo como algo muy nuevo para mí, y para mi familia, aunque aprendimos mucho de todo aquello. La falta de experiencia hace que te tomes las cosas más en serio -si te quieres dedicar a eso- y decidas formarte (y enfocarte). De ahí, una cosa me llevó a la otra: gracias a esta etapa, despertó la parte actoral que añoraba, y me ayudó a concretar en aquello que realmente buscaba.
Claro, porque tú en aquella época aún estabas formándote como actor ¿no?
Cuando empecé como cantante estaba estudiando Magisterio y hacía teatro en el grupo de la Universidad de Valladolid, pero estaba un poco dando palos de ciego porque no tenía las cosas demasiado claras.
¿Cómo llegó entonces esa primera oportunidad delante de la cámara con la película Asalto ao Santa María?
Estaba en tercero de Arte Dramático, y también me pilló muy inexperto. Aunque mi personaje hablaba gallego, toda la producción era en portugués. La comunicación con ellos era en este idioma, lo que era un hándicap. Además, recuerdo que había secuencias que se rodaban en un barco real y en algún momento sentía que me mareaba un poco. Recuerdo todo esto con muchos nervios, aunque fue una experiencia súperchula, de conocer a mucha gente y de abrirme puertas a los siguientes rodajes.
Que serían más fáciles, por lo que se ve…
Je, je, je, no te creas, en «Asalto ao Santa María» lo que fue complicado fue el rodaje, no el personaje. Complicados fueron los personajes que interpreté en las dos últimas películas, «A pesar de todo quérote» de Jorge Algora y «El silencio de los objetos» de Iván Rojas: dos protagonistas con conflictos muy potentes.
Algunos de los mejores momentos de Christian producciones como El Silencio de los Objetos y A Pesar de Todo Quérote.
Te defines como actor-cantante pero también te has formado en danza contemporánea, jazz y claqué. O sea, que oficialmente también eres bailarín.
A mí siempre me gustó bailar, pero en mi pueblo nunca me pude formar porque no había escuelas de danza. Hasta que no salí de O Barco no me quité la espinita tomando clases. Creo que no se me da mal, pero yo no me considero bailarín. Lo que sí me gusta mucho es expresarme con el cuerpo. Me parece importante que un actor no sólo centre su formación en la interpretación, también debe hacerlo en el cuerpo y en la voz, es nuestro instrumento de trabajo. Es obvio que un actor no sólo se expresa con la voz, el cuerpo es esencial y creo que la danza ayuda mucho a que tomes conciencia de tu físico y su movilidad, a conocerte a ti, y sobre todo a expresarte en movimiento, que además es muy terapéutico.
Como has dicho antes, estudiaste Pedagogía Teatral y has impartido clases de Artes Escénicas por todo el país ¿Cómo es estar al otro lado, ser el profesor?
Más que enseñar, me gusta compartir lo que yo estudié y lo que yo puse en práctica.
¿Y qué aprendes tú en esas clases?
Muchas veces me siento identificado con muchos de los errores que yo también tuve en su día. En esos casos mi objetivo siempre es acompañarles mientras les facilito herramientas, que de ahí puedan aprender, o puedan redirigirse con libertad y con autonomía. Y también despertar en ellos lo que para mí realmente es ser actor. Creo que hay mucha gente que comienza con una idea muy vaga de esta profesión: se quedan en una idea muy superficial y hasta que no se involucran en el trabajo no ven la profundidad que hay detrás de todo esto, sobre todo a la hora de crear un personaje.
Yo siempre trato de tener presente que tengo que construir a una persona. Es un trabajo divertido, pero también muy delicado, tanto para el actor como para el que enseña a hacerlo. De hecho, me formé también en Terapia Transpersonal, aunque no ejerzo de terapeuta, justo para tocar estos temas con mucho respeto y precisión. La psicología nos da muchas claves para entender a nuestros personajes, para conocerlos más en profundidad y para poder interpretarlos sin que se queden en una cáscara.
¿Fue por profundizar en tu formación que diste el salto a Madrid o fue ya por trabajo?
Vine a buscar a trabajo, quería dar un paso más. Amo el trabajo que se hace en Galicia, creo que hay grandes profesionales, pero en esos momentos me encontraba un poco estancado, no tenía ningún proyecto a la vista y dije: bueno, pues esta es la mía, o me voy a Madrid o me voy al extranjero. Y yo creo que me acojoné un poco con el extranjero y me vine primero a Madrid. No me arrepiento porque la ciudad me acogió muy bien, en muy poco tiempo ya estaba valorando proyectos.

Christian fotografiado por Sue Rainbow en los tejados de Madrid.
O sea, que el aterrizaje en la capital fue tranquilo.
Sí, aterricé bien porque conocí a gente que me ayudó mucho. También me lo tuve que currar, porque fue llegar a Madrid y presentarme a castings, ver cómo funcionaba (porque no tenían nada que ver con el sistema que se hacía en Galicia) y tomar muchas clases. Y llevándome muchos noes en pruebas, que esa es la manera de aprender, de despertar y de, en la medida de lo posible, ver qué puedes cambiar para que un no se convierta en un sí.
El primer sí que recibiste fue ya para un musical, y el segundo, y el tercero…
Sí, el primer trabajo que conseguí en Madrid fue el musical «Érase Una Vez» de Miguel Antelo, que es también el adaptador de «Sonrisas y Lágrimas» (que fue el siguiente musical que hice) y de «Priscilla», aparte de ser el director residente y el ayudante de dirección de Dean Bryant, el director australiano.
¿Te gusta Madrid para vivir?
Sí, aunque yo me considero un chico de pueblo, no un chico de ciudad. De hecho, cuando quiero desconectar me voy a una aldea en la que viven menos de veinte personas, no hay cobertura, no hay tiendas, las calles están a medio asfaltar. Me gusta mucho el mundo rural para descansar y para desconectar. Pero tengo que vivir en esta ciudad para dedicarme a lo que realmente me gusta. Madrid me da muchas cosas que la aldea no me da y viceversa.
¿Algún rincón de la ciudad que frecuentes porque te gusta especialmente o que recomendarías a nuestros lectores?
Los atardeceres desde el Templo de Debod me parecen preciosos. Me gustan los barrios de Madrid: viví en Lavapiés un año y me gustó mucho el ambiente. Me gustan mucho las plazas, como la de Santa Ana o la del Dos de Mayo. Hay muchos rincones que me gustan de Madrid, como esos restaurantes que te encuentras de repente… ¡y que te flipan! En Madrid todo es posible y todo lo encuentras.

A Christian también le han cautivado los atardeceres en el Templo de Debod.
Entonces llegó ella ¡la Reina del Desierto!
Tengo entendido que el casting para Priscilla fue un poquito exigente
Fue muy exigente, MUY exigente, el casting más duro que he hecho. También es verdad que ha sido el más completo y el que más me he preparado en toda mi vida, porque nos exigieron bailar en diferentes estilos, con y sin tacones, textos, monólogos cómicos y dramáticos, escenas de diferentes momentos del musical, cantar en diferentes registros, sobre todo para el papel de Felicia, que de repente pasa de un tema muy colocado como puede ser «Like A Prayer» a un tema súper-rockero como «Hot Stuff». Nos han exigido, pero lo he disfrutado mucho: a mí me gustan los retos.
Te dejaste la piel (y el bolsillo) preparándote para las audiciones, que se realizaron a más de 1.500 personas.
La piel y el bolsillo, nunca mejor dicho. Desde que se anunciaron en febrero yo ya me puse a buscar un entrenador, un dietista y un coach, contactar con una drag. Ha sido un trabajo de investigación y de formación potente y muy interesante.
Christian tuvo que transformar completamente su cuerpo para conseguir el papel de Felicia.
Foto de la sesión de Jesús Mayorga en el Lolina Vintage Café de Madrid.
Toda esa preparación y esa transformación física, mientras representabas Sonrisas y Lágrimas a diario.
Sí, sí sí, yo iba viendo como mi ropa en «Sonrisas y Lágrimas» se iba petando poco a poco. Era divertido cuando bailaba con Liesl y al tocarme los brazos me miraba como diciendo ¿¿¿qué te está pasando??? ¿¿¿qué te hacen los nazis???
Ja, ja, ja ¿Qué diferencias ves entre ese montaje y Priscilla?
Diferencias, muchísimas. Ambas son dos superproducciones basadas en películas muy reconocidas por el público. Quizás eso también ayudó a que ambos musicales fuesen un éxito. Pero lo que diferencia a Priscilla es que es un musical muy optimista, con una banda sonora increíble, un vestuario que te deja con la boca abierta, está contada con mucha retranca, con mucho humor y con mucha verdad, con mucha honestidad, y lo mejor: una historia con un mensaje universal, reconocido por cualquier espectador.
Afonso Becerra habló de Priscilla en Azterblai como teatro-fiesta, y me encantó esta etiqueta para este espectáculo, porque es verdad que es un montaje muy teatral (se cuenta una historia con unos personajes muy redondos) y a la vez tiene ese punto de celebración. Es una fiesta, un canto a la vida. Y eso hace que cualquier persona de cualquier edad empatice con estos tres personajes, y con este viaje, y que algo les mueva y vuelvan a repetir, porque la gente vuelve y vuelve y vuelve a viajar en Priscilla.
Optimismo, diversión, reflexión y espectáculo. Con estas cuatro palabras definía Christian el musical Priscilla para la revista Shangay.
En alguna ocasión has declarado que es la primera vez que haces un personaje tan distinto a ti, pero algo tendréis en común ¿en qué se parecen Christian Escuredo y Felicia?
Felicia vive la vida como una aventura y yo también la vivo un poco así. Aunque yo me lo tomo un poco más en serio, soy más responsable y exigente conmigo mismo, pero lo que realmente me conecta con este personaje es el niño interior que ambos tenemos despierto. Lo que me parece más tierno en este personaje es que no pierde a este niño, algo así como tener despierto al Peter Pan (aunque Felicia se lo lleva más hacia Campanilla).
Sin intención de comparar vuestras interpretaciones ¿qué has cogido de Guy Pierce (Felicia en la película original) y qué has evitado de él a toda costa?
He visto la película y me ha flipado el trabajo de este hombre. Es cierto que lo he tenido de referencia, igual que a los actores que interpretaban a Felicia en la producción de Londres, de Broadway o de Sydney. Pero al empezar el proceso de ensayos, comencé a crear, y a ponerle cosas mías, y también de lo que yo observé de La Canalla (la drag en la que me basé un poquito para conocer ese mundo). Yo llevaba este material a los ensayos y algo me iban comprando de lo que yo ofrecía. Pero siempre he intentado no llevar apuestas de otros actores.
Lo mismo pasaba con Jaime y su propuesta de Tick. Quizás en otros países los protagonistas fuesen más bailarines o más cantantes, o se dejasen los personajes más dibujados, pero aquí, tanto Jaime como yo, venimos de una escuela muy naturalista y donde se le da un cierto peso a la psicología del personaje. Y a partir de ahí, creamos. Recuerdo que el equipo artístico australiano nos decía que le encantaba trabajar con nosotros: «ante todo, sois actores».
Pues ya tenemos a los dos juntos: Christian Escuredo y Jaime Zatarain,
cara a cara para BroadwayWorld Spain.
Por eso te digo que a Guy Pierce lo tuve como referencia para ver cómo me contaba la historia, pero no para copiarlo. No me gusta trabajar así. Y Priscilla, aunque el público crítico lo llame musical-franquicia, no lo es. Que se monta en otros países, sí; que se monta igual, para nada. En esta producción hay un trabajo de creación muy exquisito detrás de cada uno de nosotros. Yo siempre hago mucho hincapié en esto.
Me has caído bien, la típica pregunta sobre la anécdota te la voy a dejar opcional.
Ja, ja, ja, bueno, a mí me gusta mucho reírme de verdad, y a veces me engancho con la risa de la gente y me voy a la mierda. Tratas de que no te pase pero confieso que alguna vez si me ha pasado. Es muy divertido cómo comulgas con el que te observa.
Y al principio también tenía vértigo. Mientras estaba colgado en la plataforma para bajar en «Material Girl», todas las imágenes que me venían eran catastóficas, de pensar ¡me voy a caer! Igual que el tacón cuando se desliza sobre Priscilla. Tenía imágenes en las que el tacón se caía encima de la gente, eran muy destroyer. Lo viví con un poco de miedo. ¡Vaya tela!
Ese es uno de tus grandes momentos del espectáculo, el playback del Sempre Libera de La Traviata cuando estás literalmente proyectado sobre el público en un zapato de tacón gigante ¿cómo se vive ese momento desde ahí arriba?
Es muy divertido sentir cómo el personaje se flipa ahí arriba. Es su desquite de esa pintada que ha visto en el autobús. Entonces se evade y se monta su película, como si estuviese emborrachado de orgullo. Yo juego mucho con todo eso y me lo paso pipa. Y el público está tan entregado que a veces no se da ni cuenta del playback. Una vez pregunté a una señora que nos esperaba a la salida para saludarnos qué era lo que más le había gustado de Priscilla y me dijo: ¡El momento del tacón! ¡Pero cómo cantas! ¡¿Cómo cantas en ese número?! ¡Ja, ja, ja… Si yo cantase así estaría en la Opera de Milán!

Llegada del trono-tacón al Nuevo Teatro Alcalá en agosto de 2014 (izq) y un momento de la actuación de Christian subido en él (dcha).
Sobre tus hombros recae también el peso de la escena más dura de la obra, en la que se corta la respiración en el patio de butacas cuando estás a punto de ser víctima de una agresión en grupo ¿Cómo se prepara uno para dar ese disgusto a un público que va a disfrutar y que de repente se encuentra eso y no sabe lo que va a pasar ahí?
Felicia tampoco lo sabe. Va muy convencida de lo que busca, que es material caliente, y no se espera que le salga mal. Supongo que el truco es no prepararlo, me dejo llevar porque al final tiene que pasar, y de eso se encargan mis compañeros, que lo hacen muy bien. Aunque es un momento muy violento, todo está coreografiado de una manera muy teatral, el público lo vive con mucho impacto. Se escucha un silencio en el teatro, se respira tensión, como que no quieren ver eso. Pero bueno, es un punto que invita a la reflexión, de los muchos que hay en Priscilla, y a mí me parece interesante que los haya, que dé pie a contar algo más y a sacar a la luz temas no resueltos a día de hoy, como la homofobia, la discriminación, los abusos, el bullying.
Pero el musical no es nada pretencioso, simplemente son momentos de la trama que se solucionan y dan pie a que la historia avance, y que los vínculos maduren, como ocurre con la relación de Bernadette y Felicia, que gracias a ese acontecimiento, ambos cambian la forma de mirarse. En Priscilla todo se resuelve con mucho optimismo y un conflicto da pie a algo positivo, como en la vida. Gracias a los conflictos, hay aprendizaje, y al final todo se suaviza. Después de la tormenta llega la calma. Todo en la vida es necesario, y el dolor también es necesario para aprender y hacerse fuerte. Y de eso también se habla en esta obra.
Sí, porque el verdadero viaje de la obra es el viaje personal que realizan sus tres protagonistas más que el viaje de Priscilla en sí.
Desde luego. Es muy interesante tener en cuenta la edad que tienen estos tres personajes para empatizar con todo el público. La juventud, la madurez, acercarse a la vejez, observarse desde ahí… Yo lo veo como tres planos de una misma persona: el plano impulsivo que tiene Felicia con el plano emocional que tiene Tick o el plano más mental en el que se desenvuelve Bernadette. Es un compendio importante.
En el ojo del Huracán Priscilla
Recientemente, el fotógrafo Joan López García nos ha acercado con su cámara al backstage de Priscilla antes de la función ¿Cómo es el backstage durante la función?
Pues es otra función. Está todo milimétricamente coreografiado, tanto o más que las coreografías que ve el público. Porque si ahí arriba te equivocas, lo solventas improvisando. Atrás no te puedes equivocar, porque como algo se tuerza, eso provoca que salgas tarde a escena. La responsabilidad del trabajo en equipo con la parte técnica es muy exigente. Y coordinarse de esta manera es algo que en las escuelas no se enseña. De hecho, lo más difícil de cuadrar en el espectáculo ha sido eso.
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Claro, porque en cada función realizáis más de veinte cambios de vestuario, algunos tan rápidos que llegan a desafiar al ojo humano, ¿es mucho pedir que nos cuentes cómo los lleváis a cabo o es como preguntarle a un mago por sus trucos? No, es verdad que no han hecho ningún making of ni se ve como nos cambiamos de ropa, pero no es magia, es rapidez, agilidad y colaboración. Yo tengo cambios en los que me están ayudando tres personas y no entorpecen, cada uno sabe lo que tiene que hacer. ¿Cómo consigue concentrarse uno en el personaje en medio de esa vorágine de cambios de vestuario? En el cambio de ropa yo trato de no perder el personaje y hacerlo rápido. No me da tiempo a soltar el personaje. Tengo que hacer esa acción pero no me paro a pensar en otra cosa. Pero con los ensayos y el día a día hacen que todo ese engranaje se mueva con fluidez y no chirríe. |
¿A ti también te resulta más fácil actuar delante de un teatro lleno de gente que delante de una cámara, como a tu compañero de reparto y amigo Jaime Zatarain?
Me gustan por igual. Yo he probado el cine, la televisión y el teatro, y a mí me satisfacen de la misma manera. Me siento artesano creando un personaje en cualquier medio. Aunque el teatro es más vivo, porque no hay opción a repetir, y tienes al público en tu mismo momento, tener una cámara delante exige que afines en detalles muy concretos que hacen que tu interpretación también sea muy viva. O la televisión, con diferentes focos que graban a la vez, y todo es más rápido. Son técnicas diferentes, pero el oficio es el mismo, te miren diez, cien, mil personas, o una o tres cámaras. Como actor tienes que ser consciente de que eres observado, aunque siempre debes poner la atención dónde está la acción.
¿Compaginas tus funciones de Priscilla con algún otro trabajo?
De momento, no. Terminé compaginando la temporada pasada con una película y fue muy duro, porque el cine exige mucho tiempo. Fue muy cansado, pero también muy interesante trabajar el cambio de registro, y de personaje, que poco tenía que ver con Felicia. Ahora mismo estoy muy centrado en seguir dando vida a la loca Felicia.
¿Y en que siga evolucionando el personaje?
Sí, mucha gente me dice llevas ya más de 300 funciones ¿no te cansas? ¿no lo haces ya mecánico? Yo en cada función encuentro cosas nuevas, y estando atento me ayuda a estar conectado con mis compañeros. Cada día tratamos de que la energía sea la misma, pero las miradas no siempre lo son. Aunque la intención se mantenga como en el guión, siempre hay matices, y eso hace que tu personaje también reaccione de otra forma. Y supongo que esa es la manera, no de sobrevivir, sino de mantener viva a la persona que interpretas. Porque son personajes que son bombones, como piruletas que no se desgastan.

Otra foto de la sesión de Christian para Sue Rainbow. Click para ampliar, que sé que lo estás deseando.
¿Qué recuerdo te gustaría que se hubieran llevado de ti los más de 300.000 (¡que se dice pronto!) espectadores que han pasado ya por el Nuevo Teatro Alcalá para veros?
Por lo que yo puedo aportar a Priscilla, el recuerdo de haberles hecho pasar un buen rato. Me gustaría que la gente valorara el trabajo de ese actor que se lo hizo pasar tan bien y que le ofreció ver la vida de otra manera. Tampoco pretendo ninguna otra cosa, es la propia vida del personaje lo que hace que la gente reflexione y/o se lo pase bien.
Y ya para terminar cerrando el círculo: después de todo ese esfuerzo por conseguir el papel, de los ensayos, del desgaste físico de las más de 300 funciones que lleváis, de la promoción continua del espectáculo y del exitazo de la obra ¿qué se te pasó por la cabeza cuando subiste a recoger ese Premio al Mejor Actor Revelación con el que comenzábamos la entrevista?
Mira, ese día y el día anterior había estado de rodaje y fui hecho un trapo de cansado. No había tenido tiempo de prepararme nada por si acaso me lo daban. Sabía a quién se lo quería agradecer, y de hecho me olvidé de nombrar a las personas más importantes en mi vida, que han sido mis padres: mis mecenas, los que me han dado la vida, ¡menos mal que siempre perdonan!
Cuando dijeron mi nombre, me sentí muy halagado, pero sobre todo por toda la gente que estaba implicada como yo en este proyecto. Tenía que agradecerle a muchos compañeros todo lo que me apoyaron ¡y ellos con más ganas de ganarlo que yo, vamos! Obviamente, se mueve una parte muy egocéntrica cuando recibes un premio, supongo que es normal, pero tengo más recuerdos compartiéndolo. Un premio no deja de ser un reconocimiento, igual que ya lo fue la nominación en un principio. Al final, el mejor premio es trabajar todas las noches en un teatro con éxito de público y crítica, con buen humor y mejor salud.
Todos a ver Priscilla, Reina del Desierto pinchando aquí:
Muchas gracias por esta magnifica entrevista que nos acerca de nuevo al chico, al hombre, al actor, al cantante al bailarín…pero sobre todo a la inmensa persona que es Christian. Gracias por mostrarnos y sus múltiples y brillantes facetas. Y sobre todo gracias por plasmar en el papel la magia que regala en todo lo que hace. Enhorabuena por la entrevista!!! Un lujo
¡Muchas gracias a ti por seguirnos! La verdad es que todo fueron facilidades por parte de Christian, con gente tan profesional como él es muy fácil hacer una buena entrevista.
Que decir de un Actor de los pies a la cabeza.
Desde el primer día que lo conocí fue como un flechazo de amistad y cada vez que nos conocemos más nos damos cuenta que tenemos más cosas en común, a parte de ser del mismo pueblo.
El trabajo que está haciendo en Priscilla es algo que esta marcando mucho su carrera, a bien, y que deja a su vez marcado a todo aquel que le ve.
Cuando lees estas entrevistas te das más cuenta que detrás de un buen actor hay una trayectoria digna de conocer.
¡Muchas gracias por tu comentario, Isaac! Efectivamente, más allá de sus actuales trabajos nos gusta profundizar en la carrera de los artistas y descubrir sus inicios, su motivación, su formación… ¡y siempre nos encontramos sorpresas, como todas las que nos hemos llevado con Christian!